jueves, 31 de diciembre de 2020

CUENTO DE AMARGA NAVIDAD


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En un pueblo muy pequeñito de la sierra se ganaba la vida Belén, la carnicera toda la vida, que se había ganado su reputación y confianza a base de trabajo duro y dedicación a sus clientes. Seleccionaba cuidadosamente el ganado que vendía en su negocio y, cuando tenía oportunidad incluso lo criaba ella misma, recordando las charlas con sus padre, los días de frío, frente a un lumbre y un pequeño caldero con migas del pan del día anterior y algunas setas y hierbas que hubieran encontrado por el camino y los consejos que había atesorado durante esos momentos.


La fama de la ternura, jugosidad y profundidad de sabor de sus carnes era tal, que la gente acudía desde algunos pueblos cercano, ¡¡¡Incluso desde la ciudad!!! Para hacerse con sus preciosos bocados, sobre todo para las ocasiones especiales. Incluso servía diariamente a las posadas y fondas más cercanas.


En el pueblo también vivía Claudette, una criadora de pollos, con el que mantenía una relación cordial e incluso algunos días habían compartido carromato en alguna ocasión para acudir al mercado.

Un día Claudette se acercó a Belén y le pidió su ayuda. Había pensado en ampliar su negocio de pollos con un servicio de alimentos ya preparados para servir a las fondas y posadas, a los viajeros con prisas e, incluso, a las cocinas de los señores y caballeros adineraos afincados en el entorno. A Belén le pareció una buena idea y le explicó que ya trabajaba con otros pequeños ganaderos así... Así que, con ilusión recibió el primer pedido de Claudette: dos corderos lechales, abiertos a la mitad, ahumados con una mezcla especial de hierbas para que la carne se mantuvise óptima durante más tiempo y con una descripción del despiece requerido. Belén, muy contenta por su negocio y por el de Claudette, acordó un precio y le confirmó que su pedido estaría listo en tres días.


Se puso manos a la obra, trabajando del amanecer hasta el anochecer para seleccionar la leña, las mejores hierbas e incluso recolectar un poco de la miel de sus colmenas que daría un toque crujiente y especial a la piel de la carne, una vez cocinada. A costa de gran esfuerzo, de pedir a sus ancianos padres que atendieran a sus hijos y madrugar para dejarles la comida y lista y agua fresca recién traída del pozo y logró tenerlo todo listo y empaquetado en plazo para el encargo.


Al tercer día Belén se sentó a esperar a Claudette desde primera hora en la puerta de su casita de madera... Pero esta no apareció durante toda la mañana

Preocupada Belén, al ver pasar a uno de los pastores que le vendían ganado, le pidió que si veía a Claudette, le recordara que lo suyo estaba preparado. Pero Claudette no dio señales de vida en toda la semana ni en la siguiente. El siguiente día de mercado, Belén se acercó a Claudette para averiguar porqué nunca recogió su pedido ni le había dicho nada al respecto. Claudette se disculpó diciendo que, como la bolsa no le llegaba para pagar el pedido completo y algunos de sus pedidos se habían caído a última hora, no había podido recaudar el dinero necesario para completar el pago y lo había dejado pasar. Belén estaba decepcionada y molesta por todo el trabajo, carne, trabajo, favores y esfuerzos que ella había puesto en completar su parte del trato, pero lo dejó pasar... Ya llegarán mejores momentos para todos y si a Claudette le va bien, yo también podré hacer mejoras e incluso contratar a alguien para tener mis propias ovejas y cabras bien cuidadas.

Un par de semanas después, un pastor se acercó a su puerta y junto con los dos corderillos que azuzaba, se acercó a Belén y le entregó un papel. - De parte de Claudette - le dijo.

Belén leyó la carta con curiosidad y descubrió que Claudette le hacía un nuevo pedido, pues se había comprometido a servir el plato principal y otras viandas en la fiesta de compromiso de un comerciante de la ciudad. Solo necesitaba que todo estuviera a tiempo y una carta firmada constatando el valor de la transacción para que Claudette pudiera llenar su bolsa con el usurero de la ciudad, empeñando algunos bienes y adelantando cobros a algunos de los clientes de su pollería.

Belén, con gran ilusión se puso de nuevo manos a la obra, y aprovechó para pagarle al pastor los animales y pasarlos a la parte trasera de su casa donde, en un pequeño granero hacía las labores de preparación y despiece. Incluso disponía de un pequeño pozo, bien disimulado, donde guardaba a mucha profundidad el remanente de carne de algunas épocas, aprovechando el frío del glaciar que coronaba una de las montañas cercanas.

De nuevo se puso manos a la obra y lo dejó todo listo a tiempo en el plazo establecido. Se sentó de nuevo a esperar y Claudette no apareció. Ese día Belén le dijo a su hijo Esteban que, en lugar de ir al colegio fuera a ver a Clauedette y le dijera que su pedido estaba preparado y que se iba a echar a perder de nuevo y que su madre ya había quedado mal con algunos de sus clientes al decirles que no tenía nada disponible, mientras se deslizaban por el tejado pequeños trasquilones de bruma gris procedente del ahumadero.

Al décimo día sin recibir respuesta de ninguna clase a sus llamados y mensajes, Belén fue a buscar directamente a Claudette y le pidió que la acompañara a su cabaña. Le enseñó los restos de toda la carne que había pedido, ya llenos de moscas, putrefactos y echados a perder y le explicó que no solamente había perdido tiempo y dinero con sus encargos para nada, sino que además había tenido que acudir a un escribano para facilitarle el papel que le había pedido, pasarse días sin dormir y trabajando para completar el pedido y a la vez poder acarrear agua para la cocina y la higiene de sus hijos, con los que no había podido compartir ni unos minutos en esos días... Y lo peor de todo era no haber recibido ningún comentario o comunicación suya, ni a través de un mandado para responderla o comunicarle su desistimiento o sus problemas. Claudette se deshacía en disculpas y reconoció que tenía que haber dicho algo antes. Belén admitió sus disculpas, pero no sin antes intentar dejar lo suficientemente claro que :

  •  Lo más frustrante no es el tiempo perdido, que podía haber dedicado a mi familia o a mi negocio, lo más frustrante es haberte ofrecido mi colaboración y disponibilidad y no haber recibido ninguna respuesta por tu parte hasta que no he venido a buscarte. Esa no es manera de tratar a la gente. -Disponer del tiempo y de los recursos de los demá mientras das la callada por respuesta es Claudette se seguía disculpando, mientras se estrujaba las manos con la mirada perdida en el horizonte y Belén aceptando sus disculpas y hablando con voz firme y mirada directa a los ojos, tratando de que entendiera que las disculpas están bien y son necesarias, pero parecen un poco impostadas cuando es la persona agraviada la que tiene que ir a buscarlas y que, por otro lado, las disculpas son eso, disculpas, pero no hacen reaparecer mágicamente el tiempo perdido ni la leche derramada. Y sí, quizá Belén se puso un poco insistente en la demostración práctica y teórica de este punto, pero para ella era muy importante no malgastar el poco tiempo disponible, gestionando un negocio, criando hijos y pagando facturas y manteniendo un hogar, día tras día. Para ella era importante demostrar a Claudette que para el tiempo era polvo de oro fino que se le iba escurriendo entre la manos a poquitos cada día, mientras el viento lo recogía y lo iba esparciendo, haciéndolo imposible de recuperar. Y también quiso dejarle meridianamente claro que ella no estaba dispuesta a seguir dilapidando a puñados su reserva de polvos dorados, que ninguna disculpa tardía y, retrasada y reclamada le iba a poder devolver. Y finalmente terminó la conversación recordándole a Claudette que seguía a su disposición y que si necesitaba resolver alguna duda sobre cómo cocinar sus carnes o mejorar el aprovechamiento d las piezas o hacer un nuevo pedido, estaba a su disposición, pero siempre en una condiciones de comunicación clara y respeto mútuo. La daialéctica de Belén siempre fue respetuosa, clara y concisa y no tenía duda de que había una buena cosa hablar personalmente con ella para que pudiera entender su punto de vista. No quería abroncarla porque no se sentía ni su guía espiritual ni su sacerdote o su profesora, sino que simplemente quería dejarla suficientemente claro cómo su dejadez y falta de comunicación le habían afectado no solo a nivel laboral sino también a nivel personal y una disculpa tipo “tienes razón tenía que haberte hablado o respondido antes” no resolvía nada en ese momento.

Para Belén la conversación nunca fue una guerra dialéctica y sentía que había dejado pleno espacio y tiempo a Claudette para expresarse y si le hubiera dicho que en esos momentos no estaba preparada para hablar del tema, hubiera accedido a cualquier otro momento y lugar que fuera apropiado para ambas.


El tema quedó cerrado para Belén, que no tuvo ninguna relación comercial ni personal más con Claudette y por ello se quedó fuertemente sorprendida cuando acercándose las festividades del Yule y del Solsticio de invierno se acercó a su cabaña el cura del pueblo con una misiva firmada por Claudette que rezaba lo siguiente:


Belén, no quería que terminase este año solar dejando cosas pendientes, de ahí que te envíe esta

carta que tanto trabajo me cuesta escribir.




Hace unas semanas hablé contigo, cuando, con toda la razón del mundo me pedías explicaciones (explicaciones que os debí haber dado en su momento y no hice. Fallo mío). Desde el primer momento entendí que me había equivocado y pedí disculpas por ello. Pero no pareció ser suficiente puesto que continuaste con tu reprimenda cada vez empeorando el discurso (con esto no digo que gritaras ni insultases, se puede hacer daño igualmente sin ninguna de esas cosas).


Vuelvo a repetir que entiendo el enfado perfectamente pero considero que cuando una persona entiende que se ha equivocado, asume su culpa, da explicaciones y pide disculpas, no hay motivo para seguir con la reprimenda.

No sé qué intención había ni sí habías tenido o no un mal dí, aún así, a mi parecer no justifica esa actitud hacia mi (ni hacia nadie).


Dudaba si continuar o no escribiendo pero ya puestos, por qué no hacerlo. La tarde de nuestra conversación fue pocos días después de que un lobo su hubiera comido todas las gallinas de mi corral y además dejara malherido gravemente a mi hijo. Imagino que como madre podrás entender cómo me sentía entonces y cómo me pudo sentar que se arremetiera hacia mí de esta manera. Acabé más hundida aún.

Sentía que tenía que decírtelo porque, al igual que a mí me gusta que me digan cuando me equivoco para poder mejorar, creo que hay cosas que se deben decir para que los demás, al menos, reflexionen al respecto.

Y ya me despido.

Gracias por todo tu tiempo prestado.

Un saludo,



Belén decidió tomarse su tiempo para responder porque la carta de desahogo o acusación moral recibida se le había clavado como un dardo mortal y envenenado en el alma. Pidió al pastor el favor de volver al día siguiente para entregar su respuesta y rebuscando por la casa consiguió reunir unas cuantas hojas limpias, fabricar un poco de tinta con grasas y ceniza y le dictó a su hijo mayor, Ezequiel, la siguiente respuesta:


Claudette:

Llevo desde que leí tu mensaje ayer en una tormenta emocional en la que me siento sin recursos para actuar, así que como llevo toda la noche sin dormir dándole vueltas al asunto (quizás la carta de ayer a ti te aportó la paz que necesitabas para cerrar el año, pero a mí me has dejado hecha un trapito y arrastrada por los suelos y creo que con eso has conseguido exactamente lo mismo de lo que me acusas “hundirme más todavía, así que no puedo dejar de responderte, no para darte explicaciones o disculpas que no van a curar tu dolor o el mío, sino para dejarte ciertos puntos claros que quizás arrojen más luz hacia tu inquina conmigo o contribuyan a mitigarla un poco. Para mí está muy claro que escribir estas letras supone la única manera de desembarazarme de la telaraña emocional en la que me has liado.

En primer lugar me gustaría dejarte claro que ni tenía un mal día en especial -aparte del cansancio normal por un exceso de trabajo- ni intención de acosarte ni de hacerte sentir mal. Tampoco soy ni bruja ni adivina ni tengo una bola de cristal, así que en ningún momento sabía de tu estado emocional, ni de que estabas pasando un mal momento a nivel personal. Creo que si en algún momento me hubieras dicho que preferías tener la conversación en otro cualquier otro día, lo habría aceptado sin problemas. Te podías haber dado media vuelta en cualquier momento y haberte marchado, evitando así ese hundimiento emocional que dices que te provoqué. Como madre, sí, entiendo perfectamente lo que me cuentas, ya que personalmente he vivido esa situación en repetidas ocasiones y tengo a dos hijos lisiados por el lobo y a otro medio ciego por la misma alimaña que la vida nos ha puesto por delante.

Ni yo misma soy inmune a su amenaza, ya que la mala bestia me la tiene jurada y viene de vez en cuando a arrearme un mordisco en las piernas, en la cara o degollar a todo mi ganado sin comerse un solo bocado…

Así que sí, entiendo perfectamente la situación en la que estabas, que reconozco como un malestar y un shock emocional en pleno duelo por un gran pérdida que necesitarás ir elaborando con tiempo y paciencia a nivel personal… por lo menos es lo que a mi me ha funcionado cuando he sufrido situaciones similares a la que me describes ahora.

Te reitero que mi conversación contigo fue estrictamente profesional y educada, lejos del abroncamiento que tu sentiste, pero ten en cuenta que tus sentimientos los controlas tú y no puedes ni debes hacerme a mi responsable de ellos, porque vivirías en una mentira y me estás inflingiendo a mí el mismo daño del que me acusas.

Que yo tenga una conversación contigo que revuelva sentimientos y bolas atascadas, palabras no dichas o arrepentimiento por ciertos actos, miedo ira, enfado, no te justifica para verter esta emociones sobre mi y culpabilizarme de ellas.

No tengo por qué hacerlo ni porqué justificarme pero este lobo que es la “puta vida” me ha tirado a un río con los pies atados a una cuerda en más de una ocasión y claro que me he hundido y claro que me he sentido mal cuando alguien me ha dicho algo para minimizar mi dolor o restarle importancia, pero creo que este no es el caso.

En mi vida intento hacerme cargo de mis propias emociones y hay veces que puedo y hay veces que no y lo único que puedo hacer es hacerme una cueva en mi cama llorando como un niño desamparado, dando golpes y gritando ¡¡¡Por qué yo!!!¿¿¿Por qué siempre me toca a mi todo lo malo??? Pero intento no ir por la vida lanzando mis emociones como pedradas al resto de la gente para que se sientan más empáticas con mis heridas. Luego llegan días buenos que son como un bálsamo y luego llegan días peores en los que todo se junta y se te echa encima de nuevo como una montaña de mierda emocional de proporciones épicas.

Y ya que nos estamos sincerando, Claudette, y hablando de emociones quiero confesarte que ahora mismo TE ODIO, así, en mayúsculas, porque siento que para hacer balance de tu año y sentirte mejor y no dejar cosas pendientes, sin decir o sin hacer, me has lanzado toda tu mierda a mi tejado y ahora soy yo la que se enfrenta a un fin de año no solo con sus taras y heridas emocionales sino con las que tú y tus acusaciones habéis añadido a mi gran biblioteca. Cada fin de curso, cada baile de carnaval doy lo poco que me queda para compartir #momentosynocosas con mis hijos y TE ODIO porque me has robado -aunque sea inconscientemente- esos momentos con mi familia. Llevo toda la noche sin dormir sintiendo tu dolor, sin comprender cómo me puedes haber interpretado tan equivocadamente y por qué te has atrevido a dispararme al corazón sin previo aviso, alegando hundimiento emocional sin medir que tus palabras suponen el mismo acoso y abroncamiento hacia un persona que no puede solucionar tu incapacidad emocional para lidiar y tratar de una forma empática a las personas con las que te relacionas en el mismo nivel en el que podemos estar tratando tú y yo ahora mismo como conmigo. Y al final mi forma de lidiar es esta, escribir desde las entrañas, sincerarme conmigo misma y con el mundo, pero no dejarlo pasar. No es justo, no me has tratado bien, te odio y espero que estas palabras tracen un hechizo mágico imposible y te borren de mi mente para siempre y pueda disfrutar esta noche de mis hijos, de los vivos y de los de las estrellas, de mis seres queridos cuando se sienten a una mesa, cercanos o lejanos y podamos celebrar y aplaudir el final de las malas películas y esperar con ilusión que al menos la siguiente cinta nos traiga alguna carcajada o sonrisa cómplice.

Sin más te deseo lo mejor, una pronta recuperación emocional y que no vuelvas a ponerte en contacto conmigo.


Belén

lunes, 19 de octubre de 2020

Humanización de la atención al paciente o cómo patentar métodos de tortura en 10 pasos

Creo que ya son unas cuantas veces que he incidido en este concepto de "humanización" de la atención al paciente en el ámbito sanitario, un concepto con el que entré en contacto con mis cinco embarazos y cuya ausencia ha dado lugar a algunas de las peores experiencias de mi vida.

No voy a comparar lo que me pasó la semana pasada (a la hora de realizat una resonancia magnética) con las episiotomías, intervenciones quirúrgicas sin consentimiento informado, paternalismo y condescendencia de algunos ginecólogos, matronas, pediatras y otro peronal sanitario que rodea la maternidad... Y los que me seguís, por aquí o en instagram, conocéis mi historial de quejas respecto a pinchazos innecesarios, deshumanización y cosificación que he experimentado en determinados servicios de la asistencia sanitaria durante "mi vida con cáncer", pero según salí del servicio de radiodiagnóstico con lágrimas en los ojos, de rabia, frustración, sufrimiento, indignación y unas cuantas emociones negativas más para añadir al cóctel le espetaba a mi marido "si todavía no lo han hecho, debería patentar esto como método de tortura o de interrogatorio para criminales". Seguro que en Guantánamo, en Siberia y en algunos otros lugares estarían encantados.

Paso uno: quitarte la ropa y darte una bata minúsacula para
una persona de más de 180 cm de altura y 100 kilos de peso. De la dignidad ya te olvidas en la cabina de cambio y comienzas el camino a la cosificación.

Paso dos: ¿Se puede considerar maltrato físico que te usen como alfiletero humano? El prenda que me atendió tuvo que pincharme diez veces "¡¡¡10 nada menos!!! para conseguir ponerte una vía periferica para el contraste, con los consiguientes apretones de goma en varias partes de ambos brazos, golpecitos y demás "truquitos" para intentar encontra una vena, valga la aliteración y la redundancia, "viable".

    Opcional: soltar alguna bromita tipo "te has dejado las venas en casa", "son muy tímidas" o similares. (Aclaración: entiendo que esto puede ser una forma de buen-rollismo para aligerar el ambiente, pero a mi me terminan pareciendo, en muchos gracietas para disimular su incompetencia... Tanto quealgunos te las sueltan ya en retahíla).

Paso Tres: ahondar en el maltrato físico y psicológico metiéndote en una sala con la temperatura de una nevera sin ofrecerte una manta o algo para cubrir tu dignidad y tu cuerpo del frío... Eso sí, como son muy majos (ya sabéis, técnica de poli bueno, poli malo), te ponen un cojincito en las piernas para que puedas tener la espalda pegada a la camilla.

Paso cuatro: reincidir en la tortura de la psique y tener la jeta de decirte en un hospital que no tienen mascarillas para darte porque a la tuya (reutilizable, ecológica que es una) no se le puede quitar la parte metálica y obligarte a hacer malabarismos para esa parte metálica sobre la barbilla en lugar de en la nariz... ¿No se supone que en estos cacharros para resonancias magnéticas no se puede entrar con nada metálico? Los extremos a los que se llega por dejadez o por ahorrar una mascarilla resultan increíbles.

Paso cinco: pasearte alrededor del sospechoso exhibiendo tus fosas nasales que no quedan cubiertas por la mascarilla y colocarle achiperres y parafernalia diversa mientras te depreocupas de si la postura en la que le estás poniendo le hace estar tenso en algún lugar del cuerpo y termine saliendo con una contractura muscular. Meter al sujeto en la máquina nevera con el aire acondicinado a tope y dejarle allí un buen rato sin decir nada.

Paso seis: decirte que te van a sacar cinco minutitos para comprobar una cosa de la máquina a ver si lo pueden arreglar a distancia o in situ... Te informan porque "te tienen que informar", pero no te dan alternativa si prefieres negarte... O sea, que mucha información, pero son lentejas. Y, claro, después de ese chapucismo tú tienes que confiar ciegamente en la seguridad y efectividad del tubo claustrofóbico en el que te están metiendo.

Paso siete: ahondando en el maltrato físico. Entre pitos y flautas, tener al sujeto con la vía canalizada y sin pasar líquidos alrededor de 30 minutos y de repente pasarle un contraste a toda mecha. Dolor, mucho dolor.

Paso ocho: ignorar los gritos del sujeto cuando dicen que le duele. Si quieres fastidiar y ahondar un poco en el maltrato psicológico le dices ufanamente que con el ruido de la máquina no la has oído (obviando que la máquina está parada y mientras te pasan el contraste es cuando te puedes relajar unos segundo de los ruidos infernales que produce).

Paso nueve: seguir la política de humanización preguntándole al sujeto torturado ¿Qué tal se encuentra?

Paso diez: negar cualquier alegación relizada por el sujeto paciente respecto al malestar y el maltrato en la prueba

- no te hemos oído (claro, si nadie escucha, qué van a oír)... ¿Hace ruido un árbol que cae en un bosque ddonde no hay nadie para escucharlo?

- haber pedido una manta (de esas que ni te han ofrecido y que tienes que adivinar su existencia cuando supones que el frío es un valor añadido a la experiencia que ya ha comenzado con el tema de la bata ridícula).

- haber apretado la pera... y segundos después añadir que la pera es para urgencias y que la máquina no se puede parar así como así...

Y podría añadir alguna puntilla más, pero lo dejo en diez pasos para torturar a un paciente, que me queda muy redondo.

jueves, 15 de octubre de 2020

Carta abierta de una madre con cáncer de mama metastásico a la autoridades educativas

Muy señores míos:
Celebrando el 14 de octubre,
día mundial del cáncer de mama 
en el mejor lugar: el hospital.


Me dirijo a vds. con el objetivo de ampliarles nuestra perspectiva respecto a los retos educativos a los que se enfrentan mis hijos en este nuevo curso 2020/2021. El curso pasado, lamentablemente, se tuvieron que clausurar las instalaciones educativas por la pandemia del COVID 19. En esos momentos, como padres y ciudadanos, ofrecimos todo nuestro apoyo y colaboración a los esfuerzos de la comunidad educativa para poder terminar el curso de la mejor manera posible para todos los implicados: principalmente, los alumnos y los docentes, pero también los padres de los alumnos, ya que en nuestra manos recayó la responsabilidad de manejar y estar al día de todas las comunicaciones, trabajos,clases online y recursos que ponían a disposición de nuestros hijos.

Como madre de tres hijos (uno en infantil, uno en primaria y otro en secundaria), esos meses supusieron un gran esfuerzo a nivel familiar, combinando toda esta dedicación extra con nuestros trabajos y resto de las labores del hogar y de la organización familiar.  Pero terminar el curso de manera satisfactoria para todos, MERECIÓ LA PENA.

Nadie pensaba en aquellos momentos que seis meses después íbamos a seguir envueltos en esta vorágine pandémica de escalada de casos, proliferación de positivos, aislamiento de distritos y poblaciones o la declaración de un nuevo estado de alarma…

Pero aquí estamos, viviendo esto que nadie desearía vivir. Estoy seguro de que a todos nos gustaría volver a la vida normal de la que disfrutábamos antes de principios de este año 2020… Es un sueño bonito, pero imposible de convertirlo en realidad, a corto plazo, al menos.

¿Qué supone esto para mí a nivel personal? Como enferma de Cáncer de Mama Metastásico, tengo un riesgo muy aumentado a nivel personal de contraer cualquier tipo de infección y que sus consecuencias sean severas. El cáncer metastásico supone que el tumor inicial se ha extendido a otros órganos y que ya no se puede curar. El máximo objetivo es cronificar la enfermedad dentro de lo posible… ¿Y cómo se consigue esto? En mi caso con unos 50 ciclos de quimioterapia en los últimos cuatro años, 2 ciclos de radioterapia, medicación anticonvulsiva para controlar la epilepsia que me producen los tumores cerebrales (el tumor inicial se ha extendido ya a hígado, huesos y cerebro) y lidiar con todos los efectos secundarios de todo ello. No me voy a extender. No quiero dar pena. Solo explicar la situación en la que llevo viviendo desde antes de que se desencadenara la pandemia: Vivir aislada sin relacionarme con nadie que no sean ni mi marido ni mis hijos. Renunciar a reuniones familiares, a celebrar los cumpleaños de mis hijos con la familia cercana y/o allegados y evitar cualquier tipo de reunión y de salida innecesaria. Durante los últimos 18 meses apenas he salido de mi casa más que para ir al hospital a las revisiones y tratamientos. Así es mi vida. No me puedo arriesgar a un contagio de cualquier enfermedad y menos del COVID.

Por eso, a la hora de iniciar el curso y dadas las medidas tomadas para garantizar la seguridad de los alumnos, decicimos que nos parecían insuficientes. No por el posible contagio de los niños, cuyo immpacto se ha minimizado sin tener datos claros, sino por el hecho de un posible contagio asintomático que termine “metiendo el virus en mi casa” y contagiándome de manera inesperada. No es un cuento chino, un miedo o una paranoia, es una situación que he visto en familias cercanas a las que conozco de manera personal… Y en más de una ocasión.

No puedo eliminar las visita en mi hogar, hacer un aislamiento personal y familiar voluntario para impedir el contagio y enviar a mis hijos a una clase con 20 compañeros más con la única garantía de una mascarilla, gel hidroalcohólico y lavado de manos. No puedo enviarlos cuando tengo prohibido hacer algo similar en mi casa y reunir a 20 personas o más en un sitio cerrado, con o sin mascarilla.

Nadie me garantiza que el resto de alumnos y sus familias estén cumpliendo los mismos requisitos en el resto de los espacios que en el colegio o el instituto, lo cual, invalida en,cierto modo todos esos esfuerzos. Mi casa está situada cerca de varias instituciones educativas y no hay día en que no vea pasar a adolescentes sin mascarilla, sin distancia de seguridad, y todos juntitos para mirar el móvil de alguno de ellos. Llevo ya varias semanas observando ese comportamiento y, aunque el comportamiento sea ejemplar en el ámbito escolar, eso no dejan de ser situaciones abonadas para el contagio entre los coétaneos que van a compartir aula e instalaciones (baños, patio, barandillas, etc.) con él.

Con estas palabras me gustaría hacerles entender que llevo muchos años “mimando” mi salud al máximo posible para mantenerme viva para mi familia, mi marido y principalmente mis hijos, para sentir que ahora me la estoy jugando a la ruleta rusa al enviarlos a clase.

Me gustaría hacerles entender también que no es una cuestión de “enroque” en la que me niegue/nos neguemos mi marido y yo a llevar a los niños a clase, sino que es una situación en la que nosotros, como padres (ambos con licenciaturas universitarias en distintos ámbitos -letras y ciencias), asumimos las obligaciones de la educación de nuestros hijos siguiendo el programa educativo de cada asignatura en cada curso. Hemos adquirido los libros y material que se usan en las clases. Solo pedimos colaboración de los profesores y tutores a la hora de facilitarnos una tabla cronológica con los temas y trabajos que están haciendo en el aula, para poder trabajar de forma paralela.

Es lo que hicimos de marzo a junio, colaborando con los profesores y es lo que esperábamos que no nos resultara tan dificultoso de realizar ahora. ¿No tienen los alumnos de 3º y 4º de ESO una dinámica semipresencial? ¿Tan complicado es aplicarlo a casos especiales de niños que conviven con un paciente con riesgo gravísimo por contagio?

Hace tiempo se debatía sobre si conceder o no acceso a los padre de niños prematuros a las UCIS neonatales durante 24 horas. En un ilustrador congreso una neonatologa sevillana declaró que para permitir el acceso continuo de los padre a las UCIS de neonatos lo único que hacía falta era VOLUNTAD. Los padre que quieren estar con sus hijos y hacer cuidados canguro o simplemente estar con ellos todo el tiempo posible solo necesitan una silla para estar junto a su hijo. No hacen falta inversiones en nuevas instalaciones o sofisticados sillones, sino simplemente la voluntad de acoger a las familias de los recién nacidos, apoyándose en ellas para cuidar y sacar adelante al recién nacido y verlos como un apoyo y no un obstáculo.

No viene al caso, la verdad, pero la comparación es obvia, para permitir que mis hijos se eduquen desde casa, siguiendo el temario recomendado para cada uno de ellos solo hace falta voluntad y colaboración. El mayor esfuerzo lo estamos haciendo nosotros, que tenemos que ejercer como educadores y como padres y dedicar tiempo y paciencia adicional a nuestros hijos.

Me gustaría que entenderían que para mi la situación cómoda sería que fueran cinco horas al colegio, un tiempo en el que yo podría estar tranquilamente descansando en casa, acudiendo a mis citas médicas o, simplemente mirando el tiempo pasar. Preferiría cinco horas tranquilas al hecho de tener las tensiones adicionales que supone organizar, asistir y tutorizar a tres niños de distintas edades al mismo tiempo, no solo en el aprendizaje de la vida, que es lo que hacemos todos los padres, sino en la formación reglada diseñada para ellos y sus coetáneos.

Pero yo, con la solución fácil, ME JUEGO LA VIDA… Y es una ruleta rusa a la que no estoy dispuesta a jugar… No por mí, sino por ellos.

Y si a las instituciones, educativas y sanitarias, tanto de ámbito local, como regional y nacional, esto les resbala, ya que lo han obviado en cualequier reglamento, ley o medida puesta en marcha para la organización educativa de este nuevo curso, pues que los políticos den la cara y lo digan así de claro: nos importa un pito poner en riesgo a personas en grupos de riesgo, esto es lo que hay y si no te acomoda, te fastidias y te mueres sin dar la lata, que suficiente tenemos con la que está cayendo ¿No?



P.D. Quiero que dejar también claro que la respuesta a nuestra situación ha sido muy positiva y colaborativa en algunos casos, como con los profesores y equipo directivo de educación primaria, que siempre han mantenido sus puertas abiertas para el diálogo y la colaboración durante todas las etapas escolares de nuestros hijos.