lunes, 1 de octubre de 2018

La salud es injusta

Nos pasamos la vida defendiendo y buscando la justicia. Justicia social, justicia penal, justicia laboral... Y nos cuesta asumir que hay ámbitos de la vida que son esencialmente injustos, como la salud.

Nada nos garantiza que vayamos a tener buena salud, nosotros, los nuestros o nuestros hijos. Podemos tener buenos hábitos, no fumar, comer de manera adecuada, hacer ejercicio, vivir en una zona con el aire limpio y, aún así, solo conseguiremos aumentar nuestras probabilidades estadísticas de mantenernos sanos, pero nada, absolutamente nada, nos puede garantizar que "efectivamente" estaremos sanos.

Podemos vivir en el pueblo con el aire más limpio y no haber fumado un cigarro en la vida y aún así coger la gripe todos los inviernos, podemos llevar la dieta vegana depurativa más saludable y aún así contraer una gastroenteritis, podemos hacer muchísimo ejercicio y, a pesar de ello, tener una mala caída y rompernos un hueso... En el fondo, todos estos males o enfermedades, son "males menores" que se curan con medicamentos y cuidados apropiados.

Lo realmente "injusto" viene cuando contraemos enfermedades crónicas de las que ya no nos vamos a librar nunca. Cuando nos diagnostican un cáncer de pulmón, una enfermedad de Chron o una esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
- Porque a veces da igual lo que te hayas cuidado o no, la enfermedad te coge igual.
- Porque a veces da igual que seas "viejo" o "joven"; la enfermedad no distingue de edad.
- Porque da igual que hayas sido buena o mala persona; la enfermedad no distingue de valores éticos.
- Porque da igual que seas un miembro productivo o improductivo de la sociedad

Porque todo da igual. La enfermedad es tremendamente injusta. Injusta sobre todo para los que la vivimos en nuestras carnes y en las de los que nos rodean... Quien no vive esta experiencia no suele pararse a pensar en la tremenda suerte que tiene de vivir cada día libre de enfermedad, sin temor al mañana, a las recaídas, a los días malos y los días buenos, a las repercusiones de olvidar tomar una medicación, al miedo a que el tratamiento deje de funcionar, al estrés de someterte a un TAC o una resonancia sabiendo que tendrás que esperar una o dos semanas para obtener los resultados y saber si tu enfermedad sigue estable o se ha descontrolado.

Y estas enfermedades, lo creamos o no, nos pueden coger a cualquiera. Viejo o joven, carnívoro, omnívoro o vegetariano, licenciado en prisiones o con sin expdiente policial, político corrupto o perroflauta de a pie... Da igual que tengas hijos o no, que tengas quien te cuide o vivas solo y acompañado de gatitos, cuando llega, llega, y da igual lo que grites, patalees, te rebeles o pienses en lo injusto de la situación.

Y lo peor de todo es cuando ves sufrir a tu alrededor a gente en tu misma situación, con tu misma enfermedad, mujeres jóvenes, con hijos que apenas acaban de empezar el colegio, a las que los médicos ya han dado por desahuciadas, mujeres a las que las quedan días o semanas de vida... Y entonces piensas en lo injusto que es que esas niñas se queden sin madre mientras hay "locas de los gatos" más sanas que una manzana y a quienes pocos o ninguno iba a echar de menos si tuvieran el mismo pronóstico/diagnóstico... Mientras hay políticos corruptos que se dedican a robar el dinero de los demás para construirse casas de lujo y comprarse deportivos, mientras hay locos que se dedican a matar o maltratar a las personas a las que deberían proteger, mientras, mientras, mientras...

La vida es injusta y la salud lo es más todavía. Es una verdad que, aunque no lo parezca, me cuesta seguir asumiendo cada día... Y en estos últimos, no por mí, sino por las que me rodean que sufren o que ya no están. En el fondo, cada vez que lloramos juntas la pérdida de una compañera a manos del maldito cáncer de mama no podemos sino ponernos en su lugar, saber que un día yo seré la llorada, y sentir al mismo tiempo pena, alivio, culpabilidad, malestar, miedo... Y sobre todo, indignación, por lo injusta que es la salud, un regalo invisible y muy inapreciado cuando la tienes y tu más ansiado deseo cuando no la tienes.

1 comentario:

  1. Hola Elo, me voy a imaginar que estamos tú y yo debatiendo de nuevo sobre este tema, voy a imaginar que estás aún en este plano que llamamos vida, y voy a imaginar que seguimos entendiendo la vida, la enfermedad y la muerte de igual manera. Hoy necesitaba leerte para sentir que alguien más puede entenderme. Gracias por esta conversación mi querida Elo.

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